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«Un intelectual es alguien que dice algo simple de una manera compleja y el artista quien dice algo complejo de una manera simple» Charles Bukowski. 

 

Le pedí a ChatGPT que me escribiera un texto sobre la poética del zaguán. Me devolvió una imagen teóricamente decente, políticamente correcta, y sin embargo desprovista de vivencia, «no hablaba de ti, ni de mi» al decir de Sabina. Ahora que lo pienso, ¿acaso tú tienes recuerdos de zaguán?  

 

Si estás tentado a hacer la prueba con ChatGPT te pido antes unos segundos: recuerda un momento significativo de tu vida, el primero que te venga a la mente. Tomate tu tiempo, observa quiénes estaban, cómo te sentías y cómo era el lugar. Esos espacios de transición vitales son umbrales donde hay un antes y un después.  

 

El Desconectar que propongo no implica renunciar a la técnica ni caer en una idealización ingenua de la lentitud. Se trata, más bien, de crear un contrapunto. De abrir espacios en los que podamos volver a habitar el tiempo y el espacio de una manera más densa, más significativa.  

 

Como plantea Byung-Chul Han, se trata de «generar zonas de resonancia»: lugares donde no todo esté dicho de antemano, donde la experiencia del otro, del entorno y de uno mismo pueda desplegarse con espesor. Un espesor que actúe como zaguán, como umbral, en el que lo público y lo privado se entrelazan sin disolverse, y donde se vuelve posible una vivencia que escapa a la captura de los algoritmos, de los renders, de las entidades de BIM que todo lo parametrizan y predicen. 

 

La ciudad es mucho más que un soporte físico o una estructura funcional. Es, ante todo, un tejido de relaciones. Un territorio sensible donde se inscriben encuentros, memorias, tensiones y afectos. En el contexto actual de hiperconectividad digital, productividad constante y planificación estratégica, corremos el riesgo de perder de vista esa dimensión sutil pero esencial que hace que una ciudad sea verdaderamente habitable. Esa dimensión que no puede ser planificada ni optimizada, porque nace de lo imprevisto, de lo relacional, de la apertura a lo otro. 

 

En este sentido, los espacios híbridos pueden jugar un rol fundamental. Cuando no son meras estrategias de marketing o etiquetas vacías para captar inversores, se constituyen en verdaderos umbrales urbanos. Son zonas de ambigüedad programática, de porosidad social. Lugares donde se desdibujan los límites entre el uso y la contemplación, entre lo productivo y lo simbólico, entre lo individual y lo colectivo. Son espacios que, en términos del sociólogo y teórico urbano Richard Sennett, remiten a una «ciudad abierta»: una ciudad que no impone un único sentido, sino que lo provoca; que no clausura el significado, sino que lo habilita. 

 

Estos umbrales urbanos —ramblas, calles, plazas, patios, coworks, ferias, cafés de barrio— funcionan como las pausas de artesano que plantea Sennett. Como interrupciones que nos invitan a reflexionar sobre qué ciudad estamos diseñando, habitando y legando. Para los arquitectos, para los planificadores urbanos, para los desarrolladores inmobiliarios, esto representa tanto un desafío como una oportunidad. Porque la rentabilidad de lo vivible no se mide solamente en metros cuadrados vendidos, sino también en la intensidad de la experiencia compartida, en la posibilidad de generar comunidad, pertenencia, sentido de lugar. 

 

Por eso, el Reconectar que propongo no apunta a una nostalgia por el pasado ni a una desconexión total del presente tecnológico. Apunta a reenfocar nuestra mirada hacia la disponibilidad. Hacia la conexión afectiva más que hacia la conexión técnica. Hacia la creación de contextos donde el habitar pueda desplegar su potencia. Porque una ciudad no se transforma solo con infraestructura: se transforma cuando sus habitantes recuperan el derecho —y la posibilidad— de encontrarse, de escucharse, de demorarse. Y, sobre todo, de resonar. 

 

Por allí anda la poesía que hace simple la vivencia de nuestros umbrales urbanos. Como la imagen que generaste al principio sin necesidad de recurrir a una ayuda digital. La invitación es a conectar «hablemos de ti y de mi». 

 

Lecturas recomendadas: 

  • La sociedad del cansancio. Byung-Chul Han.. Herder.2015 
  • El artesano. Richard Sennett. Anagrama. 2008. 
  • Construir y habitar. Ética para la ciudad. Richard Sennett. Anagrama. 2018