

Fecha de publicación: 15/8/2025
Tiempo de lectura: 7 minutos
A medida que las ciudades crecen y el cambio climático se intensifica, una nueva generación de materiales y sistemas constructivos está emergiendo, redefiniendo el entorno construido. Desde el “cemento mohoso” hasta la madera maciza y las estructuras impresas en 3D, estas innovaciones buscan ampliar la paleta con la que damos forma a nuestras ciudades.
En la actualidad, la arquitectura vive un renacimiento creativo impulsado por la observación de la naturaleza y potenciado por herramientas digitales de última generación. Inspirados en patrones de crecimiento orgánico—como las estructuras de los corales, la división celular o la morfología vegetal—los arquitectos exploran nuevas formas de diseñar espacios que no solo imitan la belleza natural, sino que también replican su eficiencia y adaptabilidad.
Gracias a la tecnología digital, hoy es posible traducir estos procesos biológicos en geometrías complejas y elegantes mediante el uso de software paramétrico y modelado procedural. Así, el diseño arquitectónico se convierte en un laboratorio de experimentación, donde la iteración y la evolución formal son tan importantes como la idea original.
La inteligencia artificial, por su parte, amplifica este potencial al analizar patrones naturales y sugerir soluciones constructivas innovadoras, optimizando materiales y formas para lograr estructuras más sostenibles y eficientes. El resultado es una nueva generación de arquitectos capaces de crear pabellones, esculturas espaciales y edificios que replican el crecimiento orgánico natural.
Este enfoque no solo redefine la estética arquitectónica, sino que también abre la puerta a nuevas materialidades: materiales sostenibles, inteligentes y adaptativos que responden a las necesidades del entorno y del usuario. Así, la arquitectura inspirada en la naturaleza, potenciada por la tecnología y la IA, traza el camino hacia un futuro más innovador, flexible y resiliente.

Madera transparente: el futuro claro
La madera transparente está abriendo nuevas posibilidades en el diseño arquitectónico, al combinar eficiencia energética, sostenibilidad y una estética innovadora. Este material, desarrollado a partir de madera tratada con resina, ofrece un aislamiento térmico superior y una alternativa ecológica al cristal tradicional. Ya se utiliza en ventanas, pantallas y paneles solares semitransparentes, reduciendo el impacto ambiental. Su producción, cada vez más eficiente y menos contaminante, promete transformar la construcción y el diseño. Además, al estar fabricada a partir de recursos renovables, contribuye a disminuir la huella de carbono del sector.
El Instituto Real de Tecnología (KTH) de Estocolmo ha sido pionero en el desarrollo de este innovador material, bajo la dirección del investigador Lars Berglund. Recientemente, su equipo ha logrado fabricar madera transparente utilizando peróxido de hidrógeno, un químico accesible y menos tóxico que los empleados en intentos anteriores. Este avance permite obtener grandes cantidades del material sin dañar el planeta ni requerir altos costos energéticos. En la actualidad se trabaja en nuevas aplicaciones más allá del entorno doméstico, a la vez que se evalúan caminos para llevar esta materialidad al entorno industrial.
Repensando el hormigón: el camino del biocemento
El hormigón es la columna vertebral de la construcción moderna, pero también es responsable de casi el 8% de las emisiones globales de CO₂. En los últimos años, investigadores y empresas emergentes están reinventando este material omnipresente. Uno de los desarrollos más interesantes es el biocemento, apodado de manera informal “cemento mohoso”, que utiliza bacterias para unir los materiales, reduciendo la necesidad de procesos intensivos en energía.
Por ejemplo, la empresa BioMason, con sede en Carolina del Norte, ha desarrollado un proceso en el que los ladrillos se “cultivan” a partir de arena y bacterias, eliminando la necesidad de hornos a altas temperaturas. Sus baldosas de biocemento ya se utilizan en proyectos comerciales, como el suelo de la tienda H&M en Estocolmo, Suecia. Mientras tanto, en la Universidad Tecnológica de Delft, en los Países Bajos, investigadores han creado un hormigón autorreparable que utiliza bacterias para sellar grietas, prolongando la vida útil de las estructuras y reduciendo el mantenimiento.
“El biocemento es un cambio de paradigma”, asegura la Dra. Ginger Krieg Dosier, directora ejecutiva de BioMason. “No solo reducimos emisiones, estamos replanteando fundamentalmente cómo fabricamos y mantenemos nuestros edificios”.
Al igual que el biocemento, el hormigón autorreparable utiliza procesos biológicos para mejorar la durabilidad y sostenibilidad de las construcciones. Este material innovador incorpora bacterias o agentes químicos que, al detectar grietas, activan un proceso de curación que sella automáticamente las fisuras. Esta tecnología prolonga la vida útil de las estructuras y reduce significativamente los costos de mantenimiento. Un ejemplo destacado es el proyecto experimental desarrollado en Rotterdam, donde se ha aplicado hormigón autorreparable en una serie de puentes peatonales y ciclovías. La iniciativa, impulsada por la Universidad Tecnológica de Delft (TU Delft), busca garantizar la durabilidad de estas infraestructuras y minimizar futuras intervenciones, marcando un avance hacia ciudades más sostenibles y resilientes.

Mass Timber: el Renacimiento de la madera
La madera es uno de los materiales de construcción más antiguos de la humanidad, pero los productos de ingeniería como la madera laminada cruzada (CLT) están reescribiendo las reglas. Fuerte, liviana y capaz de secuestrar carbono, la madera maciza permite la construcción de edificios de gran altura con una fracción del impacto ambiental del acero o el hormigón.
El Mjøstårnet, de 18 pisos en Brumunddal, Noruega, ostenta actualmente el título del edificio de madera más alto del mundo, demostrando que la madera puede alcanzar nuevas alturas, literal y figurativamente. En Estados Unidos, la torre Ascent en Milwaukee, Wisconsin, es un edificio residencial de 25 pisos construido principalmente con madera maciza, lo que confirma la viabilidad del material para rascacielos urbanos.
La elección de la tecnología constructiva para el proyecto educativo Moorlands, en Canelones, Uruguay, acompaña una propuesta pedagógica alineada con la tendencia internacional de crear espacios innovadores, conocidos como Innovative Learning Environments. El edificio se desarrolla a partir de una cimentación de platea de hormigón armado, estructura de madera CLT (Cross-Laminated Timber) y pilares exteriores metálicos, elementos que resultaron determinantes en la definición final de la geometría y la resolución arquitectónica de la propuesta.
Impresión 3D: personalización y eficiencia
La impresión 3D, o manufactura aditiva, está pasando del ámbito de los prototipos a la construcción de edificios a gran escala. Al depositar material solo donde es necesario, la impresión 3D minimiza el desperdicio y da una amplia libertad de diseño.
En Austin, Texas, la empresa ICON se ha asociado con Lennar para construir el mayor barrio impreso en 3D del mundo, con viviendas hechas de una mezcla de hormigón patentada. En los Países Bajos, el “Project Milestone” en Eindhoven vio la finalización de la primera casa impresa en 3D del país, mientras que WASP, en Italia, ha impreso casas enteras utilizando arcilla local y residuos agrícolas.
“La impresión 3D no solo trata de velocidad, sino de repensar todo el proceso constructivo”, afirma Jason Ballard, director ejecutivo de ICON. “Podemos crear viviendas más asequibles, resilientes y adaptadas a las necesidades de cada comunidad”.

Fachadas inteligentes y envolventes adaptativas
Más allá de la estructura, la “piel” de los edificios también está evolucionando. Las fachadas dinámicas—que incorporan materiales que responden a la luz solar, la temperatura o la calidad del aire—están haciendo que los edificios sean más eficientes energéticamente y confortables.
“Las fachadas adaptativas son la próxima frontera en el diseño sostenible”, afirma la Dra. Doris Sung, arquitecta y experta en envolventes responsivas. “Permiten que los edificios interactúen en tiempo real con su entorno, reduciendo el consumo energético y mejorando el confort de los ocupantes”.
Las Torres Al Bahar en Abu Dhabi, por ejemplo, cuentan con una fachada responsiva con pantallas “mashrabiya” que se abren y cierran según la luz solar, reduciendo la ganancia térmica y los costes de refrigeración. The Edge, en Ámsterdam, considerado uno de los edificios de oficinas más verdes del mundo, utiliza una combinación de vidrio inteligente y sistemas de sensores para optimizar la iluminación y la temperatura. En Singapur, el Oasia Hotel Downtown está envuelto en un muro verde vivo, que proporciona aislamiento natural y mejora la calidad del aire.
La arquitectura híbrida
Estos nuevos materiales —y otros tantos que no hemos analizado como la hidrocerámica, el bambú, el aerogel, la pintura termocrómica o los bioplásticos 3D — son una respuesta a nuevos desafíos, construyendo sobre siglos de sabiduría acumulada.
En muchos casos, las soluciones más sostenibles surgen de enfoques híbridos entre lo conocido y lo nuevo combinando, por ejemplo, la masa térmica de la piedra con la ligereza de la madera, o integrando técnicas ancestrales de enfriamiento pasivo con sistemas inteligentes modernos.
“La verdadera sostenibilidad consiste en aprender del pasado mientras abrazamos el futuro”, dice Pearce. “Los mejores edificios son aquellos que respetan su contexto y clima, sin importar los materiales o tecnologías que utilicen”.
A medida que arquitectos, ingenieros y constructores incursionan en materiales y sistemas novedosos, están creando espacios no solo más sostenibles, sino también más imaginativos y resilientes. La próxima generación de edificios será tanto biológica y digital como de ladrillo y viga, procurando que nuestro entorno construido conviva armoniosamente con el desarrollo urbano planificado, resiliente y sostenible.