El poder de la analogía en la era digital  - Featured image El poder de la analogía en la era digital  - Featured image

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¿Alguna vez te preguntaste por qué, en pleno siglo XXI, en la era de la Inteligencia Artificial y los autos inteligentes, el ruido que hace tu celular al sacar una foto es el de una cámara réflex? ¿Por qué, cuando todo parece reinventarse de manera casi instantánea, seguimos anclados a sonidos, formas y gestos del pasado?


En una era donde el cambio es la única constante, el ser humano continúa evolucionando a partir del conocimiento previo. Este principio de construir lo nuevo sobre lo conocido está estrechamente relacionado con la teoría del constructivismo de Piaget y, en psicología y pedagogía, se conoce como aprendizaje por analogía. Este proceso es prácticamente el único hilo conductor en el desarrollo cognitivo humano.


En el diseño de interfaces y experiencias de usuario, anclar lo nuevo en lo conocido garantiza la adopción de nuevas tecnologías y la incorporación de nuevos saberes. En tecnología, a esto lo llamamos metáfora de interfaz.


El ejemplo del obturador de la cámara no puede ser más contundente: el sonido de una cámara tradicional en un smartphone es una metáfora visual y auditiva. Se utiliza algo familiar para ayudar al usuario a entender la función en un nuevo contexto. Así, lo nuevo se vuelve menos intimidante, más intuitivo y más humano.


Al esqueumorfismo —esa técnica de diseño que hace que los objetos digitales imiten la apariencia y las características de sus antecesores físicos— le debemos, entre otras cosas, el ícono de un sobre para el correo electrónico, el reloj digital que simula uno analógico o el calendario que parece de papel. Todos son puentes entre el ayer y el hoy. Simulan la realidad, generan familiaridad y, aunque a veces conservan detalles innecesarios, cumplen una función esencial: nos ayudan a aprender y adoptar lo nuevo.


Aunque pocos se detienen a cuestionar el ícono del mail en las notificaciones de nuestros smartphones, el esqueumorfismo tuvo sus detractores. A partir de la década de 2000 fue acusado de sobrecargar las interfaces y de dificultar la escalabilidad. Así nació el diseño plano, minimalista y funcional… y con él, la fiebre de los restylings.


Pero, como en todo, el péndulo encontró su equilibrio: hoy convivimos con interfaces limpias que, sin embargo, no renuncian del todo a las sombras, los brillos o los gestos que nos resultan familiares.


Mucho ha cambiado en el mundo, pero hay cosas que siguen siendo sólidas: el buen diseño, las estructuras firmes, los materiales nobles y, entre ellas, el poder de una buena historia.


Porque, en definitiva, toda tecnología necesita una narrativa que la haga comprensible y humana. Así como las metáforas de interfaz nos ayudan a entender lo nuevo, es la narrativa lo que nos ayuda a darle sentido. En un entorno saturado de innovación y estímulos, las historias siguen siendo el ancla emocional que conecta pasado, presente y futuro.


Quizás por eso seguimos necesitando esos sonidos, esas formas, esos relatos que nos recuerdan de dónde venimos. Porque solo así, anclados en lo que conocemos, nos animamos a dar el salto hacia lo desconocido


Lecturas recomendadas: 

  • Story Design: The Creative Way to Innovate de Denise Withers (Apple Books) 
  • “Interface Culture: How New Technology Transforms the Way We Create and Communicate” – Steven Johnson